sábado, 10 de enero de 2009

INTRODUCCIÓN

El evangelio según San Juan (Jn.), comparado con los otros tres evangelios, aparece con rasgos literarios y teológicos muy definidos. Desde el principio nos presenta a Jesús como la Palabra divina, el Hijo único de Dios enviado por el Padre a dar a los hombres la luz y la vida, si lo aceptan con fe.

Esta revelación se va realizando paso a paso: comienza con el testimonio de Juan el Baustista, y se va perfeccionando en el encuentro personal con Jesús, en sus actos poderosos (que este evangelio llama "señales milagrosas") realizados por encargo del Padre, y en sus palabras, pronunciadas ante diversos públicos, en las cuales Él revela claramente su origen, su verdadero ser y su misión salvadora.

Confrontados los hombres con esta revelación, van acentuándose cada vez más dos actitudes opuestas: la de los que lo aceptan y creen en él, y la de los que lo rechazan. A los que creen en él, Jesús les ofrece la vida eterna, dada por Dios no solo al final de los tiempos sino aquí y ahora. Los que lo rechazan atraen sobre sí mismos, también aquí y ahora, la pérdida de la vida eterna. Estos últimos aparecen personificados en los dirigentes del pueblo judío, que lo rechazan como el enviado de Dios y decretan su muerte. Pero para Jesús esta es la manera de llevar a término su misión y volver al Padre. Antes de su regreso, Jesús instruye especialmente a sus discípulos y les promete el envío del Espíritu Santo. Su muerte en la cruz es su exaltación suprema y su resurrección es el triunfo de la vida sobre la muerte. Jesús resucitado comunica el Espíritu a sus discípulos.